El legado de la cultura Azteca que privilegiaba el sometimiento de la población ante quien ejercía autocráticamente el poder, el Gran Tlatoani, y después, el poder absoluto del dominio español sobre los pueblos originarios conformaron una idiosincrasia que al paso de los siglos se inoculó a toda la población mexicana. Por ese antecedente histórico durante muchos años estuvimos en la creencia de que el Primer Mandatario, el presidente de la república, al ostentar el bastón de mando era quien mandaba porque se desconocía el verdadero significado del término: es quien obedece al mandante, o sea, el pueblo. Es decir, el presidente, el mandatario, obedece al pueblo, el mandante. Es en ese sentido por el que la presidenta Sheinbaum asegura que en México el pueblo manda. Se oye bonito, para quien lo crea, porque en la realidad el pueblo es una masa informe, “monstruo de mil cabezas”, dicen algunos, pero sin brújula. Por esto último, quienes ejercen el poder asumen que lo hacen en representación del pueblo, “el pueblo manda”, la Constitución Política así lo escritura. Pero aún falta concientización ciudadana para acceder en los hechos a esa instancia paradigmática. Fue Porfirio Muñoz Ledo (el mismo que acusó de narco gobierno al de López Obrador) el primero en México que le puso el cascabel al gato cuando como diputado federal, en 1988, interrumpió la lectura de su informe al presidente Miguel de la Madrid, hecho insólito que le valió fuerte increpación, insultos y hasta golpes de quienes protestaron por semejante despropósito contra la intocable figura del presidente. La osadía de Muñoz Ledo fue como quitarle el primer ladrillo a la estructura de un régimen que hacía del informe presidencial, el 1 de septiembre, “el día del presidente”, porque se le quemaba incienso al Tlatoani de México, cuando en realidad constitucionalmente se trataba del rito de rendición de cuentas.
El presidente estadounidense Donald Trump acaba de declarar que “el gobierno de México hace lo que le decimos”, en referencia a la forma en cómo mantiene ocupado al gobierno mexicano con el amago e imposición de aranceles. La presidenta responde que “en México manda el pueblo”. Si hubiere un hipotético lector de estas líneas muy oportuna sería la interrogante: ¿a cuál de los dichos de estos presidentes le acompaña la realidad? He ahí la cuestión. |
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