Las redes sociales son ingeniosas y a la vez también el conducto que el avance tecnológico ha creado para difundir, en vivo, un acontecimiento, bien por morbo o porque despiertan interés social; lo mismo edifican ídolos que destruyen honras, son una genuina arma de doble filo. Por sus canales se exhibe lo mismo a un político portando un reloj de costo elevado, que a una senadora cargando un bolso cuyo costo equivale al salario semestral de un burócrata de medio pelo; también a señoras o señores que en estado “inconveniente”, borrachos pues, insultan a quien pretende cortarle la inspiración etílica y hasta lo amenaza de bajarle el sueldo o de correrlo de su empleo. Así han surgido Lady tacos, Lady Polanco, Lord Cadillac, etc. nada para el asombro en verdad, porque en Veracruz, por ejemplo, tiempos hubo de unas patéticas “Reinis” incorporadas al presupuesto, enriquecidas incluso, y son de triste y vergonzosa memoria. Nada para el espanto ni golpes en el pecho porque es fenómeno muy propio de nuestra subcultura política. En el submundo político son lugar común, costumbrismo sociopolítico devenido de la inmadurez social. Es también encendido reflejo de la actitud del mexicano frente al poder, esa energía que una vez adquirida transforma la conducta del individuo. “Dadle poder a un pen… y hasta la forma de caminar le cambia”, dice un sabio refrán ¿quién pudiera negar su veracidad?
El caso más reciente lo protagonizó en la ciudad de Oaxaca la señora Nathaly Viridiana Chávez García, quien, insuflada por su condición de suplente de senadora, intentó eludir el alcoholímetro, y se permitió recordar: Les guste o no les guste; vengamos como vengamos, hay gente que tenemos fuero. Yo soy senadora, no soy diputada federal ni estatal. Soy suplente, pero senadora; a fin de cuentas, soy senadora».,, «Yo gané por votos y soy suplente de senadora; entonces, ustedes no pueden revisar vehículos de senadores, quieran o no, vengamos pedos o no vengamos pedos, no pueden hacerlo». Ya disipados los vapores etílicos ha ofrecido disculpa pública. Uno@ más que se disculpa y allí termina todo el show, así de fácil. Sin embargo, esta clase de exabruptos debiera propiciar la exigencia ciudadana para aplicarles análogamente el castigo que se le imputa a quienes en su oficio de comunicadores se ha obligado a ofrecer diariamente disculpas públicas durante determinado tiempo a quienes desde el “servicio público” se dicen ofendidos por la difusión de notas supuestamente lesivas a su conducta como gente del servicio público. No estaría mal, porque se haría justicia a la aforismo: “o todos coludos o todos rabones”. |
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