Carlos A. Luna Escudero
En la primera parte de este análisis quedó claro que el panorama educativo de Veracruz es alarmante: la entidad ocupa el segundo lugar nacional en rezago, la matrícula escolar cayó en más de 200 mil estudiantes, la planta docente se redujo y las medidas del actual gobierno —lejos de resolver— han agudizado el problema.
Se documentó cómo programas improvisados como “Maestro al aula”, la prohibición de cuotas escolares y el absurdo intento de financiar infraestructura con las tienditas escolares reflejan más ocurrencias mediáticas que soluciones de fondo. El resultado es un sistema frágil, desigual y sin capacidad para garantizar aprendizajes significativos.
Ese diagnóstico no es solo un recuento de cifras. Es la radiografía de un Estado que ha abandonado a sus estudiantes, que presume discursos de “transformación” mientras condena a miles de jóvenes a la deserción, al analfabetismo digital y a la pobreza estructural. La crítica, por tanto, es inevitable: Veracruz no sufre un rezago educativo por casualidad, sino por la negligencia y la corrupción existentes.
Sin embargo, limitarse a señalar el desastre sería incompleto. Si algo exige la magnitud de este problema es avanzar hacia propuestas concretas, realistas y sustentadas que marquen un camino distinto. No hablamos de paliativos ni de promesas huecas, sino de políticas públicas capaces de transformar de raíz el sistema educativo veracruzano.
A continuación, presentamos 15 propuestas estructurales que, de aplicarse con seriedad y voluntad política, podrían revertir el rezago educativo en la entidad. Son medidas basadas en diagnósticos claros, evidencia nacional e internacional, y en experiencias que han demostrado eficacia. El gran desafío está en si el gobierno estatal se atreverá a implementarlas o si seguirán atrapados en la cómoda simulación que hasta hoy ha hipotecado el futuro de Veracruz.
1. Aumento progresivo del presupuesto educativo estatal
Actualmente el gasto en educación en Veracruz es insuficiente y disperso. Se requiere elevarlo al menos al 6% del PIB estatal, con un plan multianual que priorice infraestructura, equipamiento y contratación docente. La UNESCO recomienda un gasto mínimo de 6% del PIB para garantizar educación de calidad; Veracruz está por debajo. Incrementar recursos es la base para revertir décadas de abandono.
2. Programa integral de rescate del bachillerato
El 36.5% de los jóvenes de 22 años o más no cursó la media superior. Esto refleja que, pese a ser obligatoria desde 2012, el Estado no creó suficientes planteles ni apoyos. Se necesitan más preparatorias en zonas rurales y periféricas, (el Telebachillerato es una opción), becas focalizadas en jóvenes en riesgo, transporte gratuito y horarios flexibles para estudiantes que trabajan.
3. Escuelas dignas y equipadas
Las cuotas escolares existen porque el gobierno no cubre lo básico. Un plan estatal debe garantizar sanitarios funcionales, aulas seguras, electricidad, internet, laboratorios de ciencias y cómputo, canchas deportivas y espacios culturales.
La infraestructura educativa es la primera condición para el aprendizaje.
4. Formación y dignificación del magisterio
Los maestros son columna vertebral del sistema. Se requiere un plan de formación continua en competencias digitales, didácticas innovadoras y enfoques inclusivos. Además, deben recibir salarios competitivos, estabilidad laboral y estímulos por desempeño. Países como Finlandia y Corea del Sur lograron transformar su educación priorizando al docente.
5. Escuelas de tiempo completo y con alimentación
La SEP eliminó las escuelas de tiempo completo a nivel nacional, un retroceso grave. Veracruz debe retomarlas con recursos propios: ofrecer jornada ampliada y alimentación digna reduce la deserción y mejora aprendizajes, especialmente en comunidades pobres. Estudios del desaparecido CONEVAL muestran que este modelo eleva significativamente la permanencia escolar.
6. Alfabetización digital obligatoria
En pleno 2025, la brecha digital es una nueva forma de rezago. Desde primaria, los estudiantes deben aprender competencias digitales básicas. Para adultos, deben existir programas de alfabetización digital gratuitos en centros comunitarios y bibliotecas públicas. Así se cierran brechas y se facilita el acceso a empleo y formación.
7. Programa de transporte escolar gratuito en zonas rurales
Uno de los principales motivos de deserción es la distancia entre la casa y la escuela. Veracruz, con alta dispersión rural, necesita un sistema estatal de transporte escolar gratuito y seguro. Modelos similares han funcionado en Jalisco y Puebla, reduciendo la inasistencia hasta en 20%.
8. Ampliación de la educación inicial y preescolar
El rezago educativo comienza temprano. Según UNICEF, invertir en educación inicial genera retornos sociales hasta 7 veces mayores que en etapas posteriores. Veracruz debe universalizar el preescolar y crear programas de acompañamiento a madres y padres para el desarrollo temprano de niñas y niños.
9. Centros comunitarios de aprendizaje para adultos
El 7.8% de los veracruzanos son analfabetas. Se requieren espacios comunitarios donde adultos puedan aprender a leer, escribir, usar tecnología y adquirir competencias laborales. Estos centros pueden gestionarse con municipios y sociedad civil, replicando experiencias exitosas como el INEA pero con mayor cercanía local.
10. Revisión y ampliación de becas educativas
Las becas actuales son insuficientes y mal focalizadas. Se debe priorizar a estudiantes en riesgo de deserción, mujeres jóvenes, indígenas y población rural. Además, deben incluir apoyos de transporte y materiales. Estudios de la SEP muestran que las becas condicionadas reducen hasta en 40% la deserción en media superior.
11. Educación bilingüe e intercultural real
En Veracruz viven pueblos indígenas con tasas altas de rezago. Se necesitan programas educativos bilingües e interculturales, con maestros hablantes de lenguas originarias y materiales pertinentes. No basta con traducir libros: se trata de reconocer cosmovisiones y garantizar el derecho a aprender en la lengua materna.
12. Escuelas abiertas a la comunidad
Las escuelas deben ser centros comunitarios de cultura, deporte y aprendizaje permanente. Abrirlas por las tardes y fines de semana permitiría que jóvenes y adultos accedan a talleres, actividades deportivas y cursos de formación laboral. Esto fortalece el vínculo entre escuela y comunidad, y reduce la deserción.
13. Plan estatal contra la deserción escolar
Se requiere un sistema de alerta temprana que detecte a estudiantes con ausencias recurrentes, bajo rendimiento o problemas familiares. Con tutores, psicólogos y trabajadores sociales, el Estado debe intervenir antes de que los jóvenes abandonen la escuela. En Brasil, programas de este tipo lograron reducir la deserción en secundaria en un 15%.
14. Fortalecimiento de la educación técnica y vocacional
El bachillerato general no es suficiente para muchos jóvenes que necesitan incorporarse pronto al mercado laboral. Se debe ampliar la red de bachilleratos tecnológicos, centros de capacitación para el trabajo y convenios con empresas locales para formación dual. Esto conecta educación con empleo y reduce la deserción.
15. Transparencia y combate real a la corrupción educativa
El saqueo de la SEV con aviadores, plazas duplicadas y nóminas infladas es una de las causas del rezago. Se requieren auditorías independientes, rendición de cuentas en línea sobre uso de recursos y sanciones ejemplares a quienes desvíen dinero público. Cada peso perdido es un aula menos, un maestro menos, un futuro cancelado.
Finalmente, es preciso señalar que el rezago educativo en Veracruz no es producto del azar, sino de la irresponsabilidad política. Décadas de abandono se combinan con un presente de improvisación, donde las soluciones superficiales y la demagogia reemplazan a las políticas públicas de largo plazo.
El actual gobierno ha preferido el espectáculo a la sustancia. Prohibir cuotas, improvisar programas inviables o culpar a los sindicatos son medidas mediáticas, no estructurales. Mientras tanto, las cifras siguen deteriorándose y Veracruz escala posiciones en el ranking de la vergüenza nacional.
El costo de esta negligencia es altísimo. Un joven que abandona la escuela no solo pierde oportunidades laborales; también queda atrapado en la pobreza, con menos posibilidades de desarrollo personal, social y económico. El rezago educativo es, en última instancia, una condena a perpetuar desigualdades.
Lo más indignante es la contradicción entre el discurso y la realidad. Mientras se presume “transformación”, Veracruz retrocede. Mientras se habla de combate a la corrupción, se solapa a quienes saquearon la educación. Mientras se promete futuro, se cancela la esperanza de miles de jóvenes.
La ciudadanía debe comprender que la educación no puede seguir siendo moneda de cambio político. Es un derecho humano, una obligación del Estado y la única vía real para romper el círculo de la pobreza. Sin educación, no hay desarrollo posible.
El futuro de Veracruz depende de un cambio radical: más inversión, más maestros, más infraestructura, más compromiso real. Menos discursos, menos simulación, menos politiquería.
Si no se toman decisiones serias y de fondo, el rezago educativo seguirá creciendo como una mancha que devora generaciones completas. Veracruz no merece ser el segundo lugar nacional en rezago; merece ser referente de cómo la educación puede transformar la vida de su gente.
La historia juzgará a los gobiernos que, pudiendo cambiar este destino, prefirieron engañar al pueblo con paliativos. Y será la sociedad veracruzana la que, tarde o temprano, exija rendición de cuentas a quienes hipotecaron el futuro de sus hijos.
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