Por Inocencio Yáñez Vicencio.
La razón no sabe de sangre, afectos, colores, partidarismos. No pocos desestiman la importancia del juicio, sea moral, penal o de cualquier otra natureza, como imparcialidad. La justicia como imparcialidad , dijera Brian Barry. La historia de la justicia va de Calicles ( que ve en la fuerza el sostén de la justicia) a Aristóteles ( que encuentra su fundamento en la razón). A propósito Aristóteles nació en Estagira ( Macedonia) , según el eminente maestro, José Ferretar Mora, autor del prestigiado diccionario de filosofía que primero salía bajo el sello de Alianza y ahora lo pública Ariel. Son cuatro volúmenes.
Es muy peligroso perder de vista la transcendencia del carácter de imparcialidad de un juicio, para tratar de ser justo en cualquier plano. Hacer de los tribunales, tribunales parciales es darle de golpe carta de naturalización a la injusticia, a la arbitrariedad, a ponernos en manos de una banda de malechores.
El problema es que esto tiene origen en como concebimos la política: o como un debate abierto para discutir, deliberar, debatir, acordar, concertar una acción encaminada al bien general( Hannah Arendt) o simple lucha por alcanzar un poder separado de la sociedad y dónde todo se vale para conseguirlo y retenerlo. En el marco de esta última visión tienen lugar formas de lucha y dominación racionales, más o menos racionales y de plano irracionales.
Cuando nos referimos al fascismo, como su forma más racional, si queremos encontrar una manifestación igual a la de Italia de 1922, nunca la tendremos, por mucho que tengamos frente a nuestra naríz el fascismo, empezando porque no hay fascismo, hay fascismo. Lamentablemente hay muchos fascismos, por lo cual es importante identificar sus rasgos para saber cuándo se ha elegido esta vía antiliberal y cuando estamos ante conductas de incuestionable tinte fascista.
El fascismo ni nació de la nada ni se fue cuando Stalin, nos guste o no hizo trizas la maquinaria hitleriana y colocó la bandera Rusa en la sede de los poderes de Alemania.
El fascismo nace en nuestros de escindir a la sociedad entre un nosotros y un ellos, considerando a ellos como bárbaros, a los que hay que civilizar. En nuestras actitudes excluyentes para tolerar a los nuestros y descalificar a priori a los extraños. Esas concepciones y conductas mientras no pasen de descortesías transcurren con indiferencia, sin embargo, apoyado en la fuerza personal, de grupo o en las estructuras estatales, cobran hoy como ayer segregación y hasta exterminio. De las personas que no tienen poder, la conflictivad es de esperarse que no la resuelvan violentamente, pero de quienes tienen la posibilidad de acabar con tu honra y tu vida, no dudan en hacerlo, unos haciendo un trabajo de censores que nadie les dió y otros empleando un poder donde la venganza reemplaza a la justicia .
Cuando la transgresión moral o legal es imputable a un familiar, pariente, compadre, amigo, benefactor o compañero de partido, hacemos como que no existe o la pasamos por alto o la minizamos, estamos ante una injusticia. Cómo también es una injusticia pedir el patíbulo para quien faltó a una regla moral o penal de rango menor, porque quiero que sepan que existe un principio vital dentro del derecho que se llama principió de proporcionalidad, para establecer rangos. Hoy los mismos jueces deben hacer una ponderación de valores. Lo que exige jueces totalmente imparciales.
Condenar atendiendo a relaciones de sexo, sangre, afecto, gremio o partido, es irracional y todo lo irracional nutre al fascismo.
El fascismo no es nada más propaganda, ideología y movilización. No olvidemos que el teórico jurídico de Hitler, el sabio constitucionalista reducía la política a una relación amigo -enemigo, cuyo antagonismo terminaba poniéndole fin al enemigo. Carl Schmitt, en su crítica al liberalismo fue acertado en su diagnóstico, pero no en su propuesta, por eso no es suficiente una buena crítica, es fundamental la propuesta que se derive de ella.
De la concepción de la política como relación amigo -enemigo, no se llega directamente a un holocausto, pero está en la ruta de la segregación todo aquél qué no quiera saber saber de proporcionalidades y ponderación y, sobre todo, quien no haga un esfuerzo por saber que la razón puede estar fuera de nosotros y de nuestros seguidores, la razón siempre será resultado del encuentro y síntesis de contrarios. El texto de Karl Popper, participe del cónclave de los hombres que dieron arranque al neoliberalismo, en su Sociedad Abierta y Sus Enemigos, dónde hace el mejor reconocimiento a la obra de Carl Marx, es ejemplo de lo que puede producir una mente abierta y honesta.
Ricardo Chua, valientemente, hoy dice que los 100 días de Rocío Nahle, esperan respuesta al derrame de sangre que vive nuestro estado. Es valiente porque mientras otros nos dejamos atrapar por notas que son verdaderas cortinas de humo, Ricardo se hace eco del clamor de muchas familias que han visto enlutado sus hogares y no pocas que viven bajo el miedo de que sus hijos y familiares salgan a la escuela y al trabajo y ya no regresen. El último caso en Villa Allende, Coatzacoalcos, es patético. Una persona, después de denunciar reiteradamente amenazas de muerte de la policía, es abatido por el crímen, mientras la gobernadora en lugar de prevenir y castigar criminales, anda en pasarelas.
No, no me opongo a que se denuncien hechos indebidos si al mismo tiempo se denuncian las omisiones que justifican y dan razón a la existencia del Estado, como es la obligación de dar seguridad a la vida y a los bienes de sus gobernados. Ni un maltrato a los reporteros se justifica, pero hay que reconocer que fue una falta de un colaborador, no de Xóchitl, que es una mujer que ha dedicado su vida a la defensa de los pueblos indígenas, que seguro hará lo que su presupuesto dicte.
Distinguir un problema secundario de uno primario y no confundir efectos con causas, es básico para no caer en las trampas de nuestros adversarios, lo digo y lo dirijo esto, a ese diputado " opositor" que está pendiente de fallas de miembros de Morena y de su gobierno, pero no de Rocío Nahle, para levantar cortinas de humo frente a los problemas de salud, de educación, de seguridad... y mañana pasarle la factura.
Escribir para agradarle a alguien, es volverse esclavo de ese alguien. Nuestro deber es quitarle el revestimiento ideológico al poder y a sus bufones, para que lo conozcan tal cual y no caigamos en sus trampas ni nos inhiban sus altanerías. |
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