Cíclicamente los mexicanos concentran su futuro en lo que acontecerá cada vez que da inicio un período de gobierno sexenal y basan sus expectativas en lo que podría suceder con un nuevo gobierno.
Esta ocasión no es diferente a las otras, aunque, aparentemente, no está en juego una crisis económica, como ocurrió con gran frecuencia en los cambios de gobierno desde 1976.
Con una gran frecuencia la devaluación marcó el ritmo de cada sexenio y la peor etapa fue entre 1976 y 1994, en las administraciones de Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid, el final de Carlos Salinas de Gortari y el inicio de Ernesto Zedillo.
Las cosas se compusieron durante los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, donde la crisis no se produjo (hasta ahora) por una eventual devaluación, pero si por el gran incremento en la violencia e inseguridad.
Los problemas para México han sido de distinta índole, en la que la violencia ha marcado su ritmo y pasó de ser un problema para la población llana y simple, escaló a los niveles de gobierno y gobernantes.
Dejando atrás lo sucedido en el pasado y tomando nota de los períodos difíciles que enfrentaron los gobernantes de aquellos tiempos, hoy el panorama pinta distinto.
Como cada seis años, la población otorga el beneficio de la duda al nuevo gobernante (nueva, en esta ocasión) y experimentamos con una mujer como Presidenta, renglón en el que México va atrasado en el concierto internacional.
La primera mujer legisladora fue electa en 1955 nivel federal y la primera mujer gobernadora en 1979. La primera mujer en el gabinete presidencial apareció hasta 1980 y 44 años más tarde una mujer asume la Presidencia de la República.
Toca a Claudia Sheinbaum Pardo ser la primera mujer Presidenta (cargo que asume hoy) y la tarea se aprecia compleja. Llega precedida de un Presidente que se va con una gran popularidad y decenas de controversias con distintos grupos.
Un Ejecutivo federal que usó las mañaneras como foro de exposición de su manera de pensar, de sus controversias y de escenario único de confrontación.
Un Presidente atípico de lo que los mexicanos habíamos experimentado desde que en 1934 se inauguró la etapa de los sexenios y doce años después la etapa civilista.
Nadie apuesta en el sentido de que la Presidenta adopte un estilo parecido al de sus antecesores, incluido Andrés Manuel López Obrador.
Es cierto que, hasta el momento, el tabasqueño marcó su estilo y deja una larga carga que Claudia deberá enfrentar, incluido medio gabinete y compromisos que le fue marcando desde el momento mismo en que ganó la elección del dos de junio.
Y aunque Claudia ha comentado una y otra vez que ella será la encargada de asfaltar el segundo piso de la 4T, desde el primer día de gobierno deberá mostrar su estilo personal de gobernar.
Existe mucha suspicacia sobre lo que hará y lo que no la nueva gobernante, pero no se puede especular sobre un futuro que parece alentador y que una mujer sea la que enfrente los desafíos de un país al que en 1976 se le anticipaba un crecimiento veloz, basado en su riqueza petrolera y que 48 después se estancó en muchos aspectos.
Claudia tiene en sus manos la tarea y las ilusiones de casi 130 millones de mexicanos, recordando que ganó la Presidencia de la República con una votación histórica, en la que se funda la confianza y seguridad de sus ahora gobernados.
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Una de las primeras tareas de la Presidenta Claudia Sheinbaum, será la de coordinar el auxilio que se le proporcionará a los habitantes de Guerrero, especialmente de la zona de Acapulco, víctimas de los fenómenos de la naturaleza…Finalmente, el ya exPresidente López Obrador se retira feliz y contento de sus tareas, con dos de sus principales propósitos cumplidos, la reforma del Poder Judicial y el pase de la Guardia Nacional a la secretaría de la Defensa Nacional ya son reforma constitucionales.
Email: ramonzurita44@hotmail.com
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