Al levantar la vista sobre las olas, avistó una parvada de pelícanos y gaviotas que se sumergían en prolongados clavados. Lanzándose desde muy alto, gritó tratando de llamar la atención de los pájaros marinos, del grupo se apartó un enorme rabihorcado que se acercó hasta ella sin posarse sobre las olas, simplemente se puso contra el leve viento y quedó suspendido en el aire a poco más de tres metros de Anamar, con voz gruesa que resonaba contra el viento se dirigió a Anamar diciéndole: “Que tal amiga, me llamo Lucho Siemprevuelo ¿ cómo la pasas en el océano?, recibimos aviso de que andarías entre nosotros como una más de las criaturas marinas, ven a volar conmigo, te mostraré como volar en picada y como detenerte en el viento”. Incrédula, Anamar intentó levantarse del mar y para su asombro salió como disparada hacia el rabihorcado, Lucho Siemprevuelo apenas la pudo librar, a gritos la detuvo y se acercó a ella, le dijo, corre a favor del viento y hacia arriba, ahora da vuelta y ponte contra el viento, podrás acompañarme a ver desde el aire la isla, Anamar no creía lo hermoso del paisaje que veía, alborozada le gritó a Lucho, vamos a la playa, quiero ver a mis padres.
¡Vamos! repuso Lucho Siemprevuelo, dando una elegante pirueta, el rabihorcado dio un viraje hacia la costa, al tratar de imitarlo, Anamar se enredó con sus brazos, piernas y ropa, se fue en picada hacia el mar, Lucho regresó hacia ella y le gritó para que abriera sus brazos y juntara las piernas, Anamar realizó la maniobra y doblando su cuerpo salió de la picada, elevándose graciosamente y enfilando hacia la playa, lo que vio la dejó tan descontrolada que a punto estuvo de caer nuevamente en picada, esta vez sobre el duro suelo de la playa, afortunadamente su guía Lucho la despabiló recomendándole, ¡Contra el viento!, realizó la maniobra ordenada por Lucho y quedó como suspendida en el aire, fija en un mismo sitio.
Lo que vio Anamar en la playa la dejó atolondrada, ante sus ojos veía a sus padres que vigilaban a su hija Anamar que jugaba en la playa correteando unos cangrejitos, recordó lo que Cirilo le había dicho, no te podrán ver los humanos ni podrás hablar con ellos, mientras estés en el mundo de los animales marinos podrás ver a los humanos pero estarás en la dimensión de los seres del mar, pudiendo comunicarte y hacer lo que hacen ellos.
Anamar sintió tristeza de tener que regresar al mundo de sus padres, sentía tanto placer al estar suspendida en el aire que tuvo deseos de quedar en el mundo animal que estaba gozando. De pronto, escuchó el grito de su madre ¡ANAMAR vámonos a casa!, la imperativa voz la regresó a la humana realidad, era cierto y falso lo que estaba viviendo, dijo a Lucho Siemprevuelo: “Regreso a mi mundo, mis padres me esperan, acompáñame hasta el mar, quiero ver otra vez a los delfines, los atunes y de lejos a mi amigo tiburón”, Lucho le obedeció y la acompañó hasta cerca de la isla, dejándola sobre el mar, Anamar retornó a Tierra y llegó hasta la cueva de los cangrejos, donde Cirilo estaba echando espuma por la boca, ¡ANAMAR! grito indignado, te dije que anduvieras junto de mí, ¿Dónde has estado?, Anamar rió, acercándose a Cirilo le besó en su tenaza grande, diciéndole, “el mar es tan sorprendente y tan bello que no podría explicar a nadie el regalo que me has dado, se feliz, yo conservaré el recuerdo de lo que es y no puede ser pero ha sido, cuida tu mundo que yo cuidare del mío y buscaré que los humanos respeten el tuyo.
Anamar salió nuevamente a la playa y se reintegró al grupo familiar, vio a sus padres sonriendo sin decirles nada de lo que había vivido, era un secreto entre Cirilo, Lucho Siemprevuelo y ella, secreto guardado además por su amigo y hermano, el Mar.
Abril 4 del 2021 lmwolf1932@gmail.com Luis Martínez Wolf |
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